SAFO

SAFO

viernes, 21 de octubre de 2011

17 Segundos

Un sueño, un suspiro, una caricia, un abrazo; las cosas mas lindas de la vida duran poco tiempo, la vida dura poco tiempo. Siempre creí que las cosas iban a mejorar en 17 segundos, siempre creí que todo podía cambiar en un instante, siempre me equivoque.
Escribo esto desde mi cárcel, la cual no tiene ni salida ni entrada, la cual se cubre por muros de concreto que cada día se ven más cercanos. Mi razón es que ya se que en todo el tiempo que me queda no obtendré ni el sueño mas hermoso, ni el suspiro mas agradable, ni la caricia mas contenedora, ni un abrazo tranquilizador. Nos los obtendré por mis falencias, mi orgullo y mi desconfianza.
Siempre quise saber que sentía una persona que solo haya vivido 17 segundos, como esos bebes que solo abren los ojos una vez y los cierran para siempre. Siempre quise saber como se sentían y ahora podría decir que mi deseo se hizo realidad.
Mañana el que quizás cierre los ojos seré yo y conmigo se irán la esperanza de tener esos momentos únicos que tiene la vida. Lo único que puedo razonar en este momento es el dolor que siento por no haber soñado, suspirado, acariciado o abrazado algo que haya querido.
Por ultimo solo me queda decir que no se puede perder tiempo en esta cárcel, que si alguien puede evitarla, tiene que hacerlo y disfrutar no estar en ella, porque a fin de cuentas, todo dura 17 segundos.


Años 70, un niño nace en un lugar olvidado de la Argentina, algunos dicen que fue sacado de algún centro clandestino donde los militares torturaban gente, otros dicen que no saben de donde apareció, lo único que se sabe fehacientemente es que el niño no tiene hogar alguno.
Después de pasar por albergues, hospitales e iglesias, el niño es dejado en una casa humilde de la zona de Berazategui, pero la familia humilde al no poder mantenerlo económicamente lo lleva a la parroquia más cercana. Allí las hermanas lo cuidan un tiempo y luego una asistenta social lo reubica en una familia adinerada de San isidro. El niño crece con todos los lujos de la clase alta: dinero, codicia y caprichos; hasta que a la edad de los trece años se da cuenta de que su existencia no pertenecía a ese lugar. Los hermanos del niño, al que en esa casa dieron por llamar José, eran de piel más clara que la suya, rubios y de gran porte físico. José en cambio era de estatura media, de pelo morocho y caucásico. Esto despertó una gran curiosidad en aquel niño adoptado por un matrimonio que ya se había disuelto, porque sus hermanos eran diferentes a el, por ello José fue a preguntárselo al que hasta ese momento era la figura heroica en su vida: su padrastro (el cual el creía que realmente era su padre). El padrastro era un empresario muy respetado en su barrio ya que daba muchos puestos de trabajo, y por eso sus conocidos les dejaban pasar sus tretas: las que le hacia a su mujer (la cual hacia poco que se había enterado de esto), con sus empleados (los tenia a todos en negro y encima los hacia trabajar de mas) con sus hijos (los cuales sino hacían lo que el padre quería, este los dejaba en la calle) y principalmente a José que era el diferente y al cual no estaba de acuerdo en adoptarlo aquella noche donde la asistenta lo trajo.
Cuando José le pregunto a su padre por su verdadero origen, justo este estaba borracho (al parecer la empresa estaba en déficit ya que era una empresa ligada a los militares los cuales estaban destinados a perder el poder muy cerca de esos años) y reacciono muy mal a la pregunta de José, al cual le contesto con lo que contradictoriamente no quería oír: la verdad.
El padre en términos duros le dijo a José que fue adoptado y que nunca lo quiso. José sin inmutarse se fue a su habitación, cerro la puerta y se tiro en la cama a sollozar. Fue un golpe duro para José, el cual no se repuso pero siguió viviendo en esa casa a la cual no pertenecía.
Unos años después la fabrica del padre tuvo que cerrar y la casa quedo embargada, el padre, sin previo aviso, se marcho del país y los chicos quedaron a la deriva, uno de ellos consiguió un departamento en el centro el cual compartiría con sus hermanos, pero no con José.
José quedo en la calle, solo y sin donde dormir, como sus pocos amigos eran de esa clase alta que solo se ve a si misma, al ver a José en una situación complicada, hicieron lo mejor para ellos y desaparecieron. José vivió en la calle durante mucho tiempo, allí conoció el lado duro de la vida: tuvo que comer de la basura, mendigar por unas monedas, vivir en la intemperie y hasta en un momento de desesperación, tener que robar para subsistir.
Pero José, el cual ahora se hacia llamar Beto, era un chico que no se rendía, por ello a la edad de dieciséis años entro a trabajar en un circo importante en esos años, allí Beto se dedico a ser trapecista, y era uno de los mejores, su cuerpo pequeño le permitía hacer maniobras que otros no podían hacer. Y fueron los años mas felices de Beto, allí desarrollo su vocación, conoció a gente extraña como el, comió dignamente, durmió dignamente y hasta soñó dignamente.
Pero todo sueño llega a su fin, y el de Beto no era la excepción. En los años 90 el circo tuvo que cerrar y la gente que trabajaba en él quedo en la calle. Beto tuvo que volver a la vida a la que nunca hubiese querido volver. Dos meses después Beto fue atrapado intentando robar una fruta en la verdulería de Don Mateo, lo paradójico es que este Don Mateo era un verdulero que explotaba a sus empleados, vendía fruta podrida, no pagaba impuestos y hasta una vez había atropellado a un peatón con su auto y había huido como una rata. Pero el que iba a la cárcel era Beto, solamente por una simple razón: era pobre.
Así como en el circo Beto paso su mejor momento, en la cárcel fue el peor, soportando múltiples vejaciones, Beto conoció al que de ahora en adelante iba a ser su mejor amigo durante el resto de su vida: la violencia.
Beto de a poco se hizo duro de cuerpo y alma, cosa de la cual no se vuelve, soporto todo como un estoico las golpizas diarias y lo que es peor, aprendió a hacer lo mismo que los demás le habían hecho a él.
Pasaban los años en la cárcel y como todavía no tenia condena fija, a Beto su estancia en la cárcel se le hacia eterna, por esa razón decidió que debía escaparse de ese sitio, el cual por esa época se conocía como la cárcel de Caseros. En sus ratos de meditación en las duras noches, Beto, el cual seguía siendo ágil, ideó un plan para escaparse por los techos teniendo en cuenta que entre los movimientos de los guardias dejaban un sector mínimo de terreno en el cual tenia el tiempo exacto de 17 segundos para pasar sin que lo vean.
Lo había decidido hacer esa tarde fría de agosto del 96, solo se lo había dicho a su compañero de celda, un tal Gómez, detenido por tentativa de homicidio en ocasión de robo, el cual lo quería acompañar, pero al ser muy robusto no podría no ser visto intentando escapar.
Beto, gracias a su amigo Gómez ideo una pelea entre reos en el patio central, allí los guardias enceguecidos por la pelea no vieron que Beto volvía hacia la zona de las celdas. Allí Beto pasó sin ser visto por los guardias de la garita, los cuales estaban viendo un partido de Boca, y se fue hasta el final de uno de estos pasillos, el cual se encontraba oscuro, y se trepo por un tubo que Beto creía que era el desagüe de la terraza. Ya en lo mas alto del tubo inmundo, atravesó un vidrio y delante de él vio unos alambres que impedían el paso, allí Beto saco un corta alambres que se había robado del taller y corto los enrejados mientras se sostenía con las piernas haciendo presión sobre el caño, luego saco el alambre, saco una piedra en su bolsillo y con pequeños golpes certeros astillo el segundo vidrio (ultimo obstáculo que le impedía el paso) pero necesitaba un golpe duro para romperlo, para ello Beto había calculado que la pelea en el patio haría encender las alarmas, cinco minutos después de que se haya iniciado la escaramuza. Pero la alarma no sonaba y Beto ya no aguantaba más el peso de su cuerpo sobre sus piernas, así que apresuradamente decidió romper el vidrio y salir corriendo. Beto rompió el vidrio con una de sus manos cubiertas de una tela, igualmente el sonido fue fuerte, pero con la suerte insólita de que justo en ese momento Boca hacia un gol y el ruido del vidrio rompiéndose quedo opacado por el festejo de los guardias.
Beto igualmente no se dio cuenta de esto y se apuro a salir para el techo, tanto que se lastimo una pierna con un borde de uno de los vidrios rotos.
Ya en el techo Beto se escondió atrás de una chimenea y espero a que vengan los guardias, en esos momentos de locura Beto había planeado inconcientemente que podía saltar a uno de los camiones que pasaban sobre la avenida. Pero antes de tirarse le extraño que ningún guardia lo siguiera, y el hecho de que la alarma todavía no había sonado. Sin embargo Beto no podía seguir con su plan, ahora debía bajar a la calle sin que los guardias lo vean, todo lo que había calculado no tenia sentido debido a que los guardias seguían en sus puestos.
Beto se acerco al borde del techo, espero cinco minutos a que oscureciera un poco y fue escalando hacia abajo hasta llegar a una de las salientes del segundo piso. Allí fue donde Beto ya se sentía casi afuera, pero justamente en ese momento fue cuando las alarmas empezaron a sonar. Entonces Beto se arrojo a la calle implorando que su habilidad adquirida en el circo lo haga caer de unos cinco o seis metros sin lastimarse. Beto salto y cayo lo mejor que pudo, así y todo al caer se lastimo levemente una pierna, luego se repuso y salió corriendo lleno de dolor por las calles antes de que vengan los guardias.
Unas cuadras más adelante, Beto se subió al primer colectivo que pasó, inesperadamente al no traer monedas, tuvo que bajarse a las tres cuadras, pero un golpe de suerte otra vez futbolístico venia en su rescate; Los hinchas del club atlético Huracán que salían de la cancha después de ver un partido de su equipo le permitieron a Beto escabullirse entre la barra brava de ese club, y así poder escapar para siempre de ese tormento llamado Caseros.
Beto con mucho mas oficio que antes (oficio para delinquir) consiguió unos documentos falsos en el cual se pasaba a llamar Jacobo Kinterfeld. Paso siguiente se fue a trabajar a una fábrica en la zona sur del gran Buenos aires, aunque era una época en donde las fábricas cerraban, ese trabajo era lo único que tenia por ahora.
Unos meses mas adelante, el país entraba en crisis otra vez, la gente perdía su trabajo, la desocupación aumentaba al igual que la inflación. Esto hizo que Jacobo no tuviera más opción que volver a delinquir, pero esta vez no seria un “pichi”, esta vez iría armado. Jacobo robo en comercios, en casas de familia, en cooperativas; y en todos estos hechos nunca le importo lastimar a la gente, lo único que le importaba era obtener algo para subsistir y no ser atrapado nuevamente por la policía.
Pasaron los años y Jacobo fue uno de los más despiadados ladrones que se conocían, si bien su intención era no lastimar a nadie, si tenia que hacerlo no dudaría como lo había hecho en su juventud. El niño pobre del oeste se había convertido en un sujeto implacable, sus años de dolor en la cárcel le habían sacado toda la sensibilidad que tenia en su temprana adolescencia.
Jacobo fue progresando en su oficio, se instalo en zona sur donde conocía a los policías sobornables, a los principiantes y a los punteros políticos. Gracias a estos contactos Jacobo se puedo conseguir un terreno en la zona cercana a la villa de Lanus, allí empezó en el oficio de la venta de droga y también en la adicción de la misma. En esa época Jacobo consumió de todo, pero nunca se sintió pleno.
Luego de un tiempo Jacobo manejaba toda la droga de la villa, lo cual permitió que dejara de ir a robar y hacer que los demás ladrones lo hagan por él a cambio de sus productos viciosos. Por esto Jacobo fue llamado por un asistente de un político para que mantengan contacto. El nunca dudo en meterse con estos mercenarios votados  democráticamente por el pueblo y así fue como organizo uno de los muchos saqueos ocurridos a fines del año 2001.
Por estos y otros negocitos, el político que lo ayudaba le dio todavía más poder del que tenía antes, esto hizo que la gente de la villa le temiera aun más. Jacobo se había vuelto poderoso.
Un día cualquiera de los años siguientes Jacobo se despertó en un boliche de Lanus lleno de billetes, jeringas y restos de drogas en polvo. Junto a él, se despertaron gente del espectáculo, políticos de baja calaña y el mismo futbolista que había hecho ese gol que le permitió, al que en ese entonces se llamaba Beto, escaparse de Caseros. Pero Jacobo se despertó deprimido y obsesionado con un solo pensamiento, un único sueño que había tenido esa noche de jolgorio, el que paradójicamente seria su ultimo sueño. El sueño que tuvo Jacobo se trato de una rara visión que mostraba como hubiese sido su vida si se hubiese quedado con sus verdaderos padres: Allí se lo veía vivir una infancia feliz, una adolescencia plena, un digno trabajo, una novia bonita en todos los sentidos, etc. El soñó con un futuro esperanzador y en el, con hijos a los cuales dejarles su legado. El soñó con la vida.
Con el nuevo presidente ya en el poder y el arribo a la villa de narcos mas poderosos y sanguinarios. Jacobo perdió la fuerza que tenia anteriormente y tuvo que irse a vivir a otro lugar. Para colmo ya no podía trabajar en un laburo decente debido a su adicción a las drogas (por las cuales había sido denunciado), así que trato de instalarse en asentamientos más pequeños con el fin de volver a ser el mismo vendedor de estupefacientes que había sido hacia unos años. Pero muchos ya le habían ocupado el lugar, por eso Jacobo, que no tenia donde instalarse, no tuvo otra opción que volver a dormir en la calle.
Allí rápidamente se dio cuenta de que la vida había empeorado, y que la gente que deambulaba por las sendas fantasmales de la noche porteña no eran mas que sombras que llenaban el espacio vacío de una cuidad en decadencia, de la cual el era victimario y a la vez victima.
Jacobo ya se había dejado de llamar a si mismo por ese nombre, ahora ya ni sabia como se llamaba, si alguien por esas casualidades le hubiese preguntado su nombre se hubiese quedado callado sin ni siquiera ponerse a pensar cual fue el nombre que le pusieron sus verdaderos padres.
En esos últimos meses Jacobo conoció una nueva droga mas adictiva que las otras que había probado y con ella perdió todo sus recuerdos. Ya únicamente robaba para poder drogarse con esa basura, a él no le importaba no comer ni beber, solo le importaba olvidar quien había sido los últimos años.
Y así fue como una noche cualquiera del 2006 Jacobo termino solo, sucio y escuálido, tirado en la acera de una de las calles del centro de la cuidad que lo vio nacer aquel día de invierno del año 72, cuando en el hospital Pena, un gran hospital en esa época, sus padres lo nombraban como Federico Vera. Ese fue el hospital donde fue robado y vendido a una señora rica, la cual se arrepintió y como no quería ir presa, abandono al bebe en una parroquia cercana a su casa.
Y así se decidió el destino de Federico, un hombre que solo vivió su verdadera existencia unos momentos, la cual, debido a la avaricia de la gente, le fue arrebatada sin que el se diera cuenta.
La sombra de Federico vagaba merodeando por la cuidad que trataba de esconder su reflejo, hasta que, en esas cosas inexplicables que suceden en la vida, él tuvo un momento de lucidez inimaginable:
…era entonces que un niño cruzaba por la calle justo antes de que el semáforo se ponga en verde para que pasen los autos. Mientras Federico hurgaba en la basura cercana a la calle, al niño se le cae un cuaderno en el medio de la avenida, el cual se detiene a recoger. Ya con los autos en plena aceleración, vaya uno a saber porque Federico que venia viendo toda la escena del infante, dejo de hurgar en la basura y se abalanzo para empujar al niño salvándolo de que lo pisen los autos. Todo sucedió en 17 segundos. El niño cayo a la vereda mientras Federico era impactado fuertemente por un auto empujando su cuerpo uno metros adelante en el medio de la calle. El auto se freno, su conductor miro el cuerpo del que parecía ser un vago y luego arranco siguiendo su viaje como si nunca hubiera atropellado a nadie. El niño, que había quedado asustadísimo, se fue corriendo con el cuaderno en la mano hacia su casa. Luego de unos minutos un policía se acerco a donde estaba tirado Federico, y al tomarle el pulso se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo...
Tirado en el suelo a instantes de su muerte, Federico alias José, alias Beto, y alias Jacobo soñó por ultima vez, y su sueño fue su vida, esa vida que quizás también era otro sueño.
El único sueño de un niño que nació solamente para vivir 17 segundos.


Un sueño, un suspiro, una caricia, un abrazo; las cosas mas lindas de la vida duran poco tiempo, la vida dura poco tiempo…

Quizás la vida solo dure mientras uno se sienta querido.

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