SAFO

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viernes, 21 de octubre de 2011

El Alimento de los Chacales

Año 2087, el efecto invernadero y las guerras nucleares produjeron la extinción del 99% de la flora y la fauna, la parte costera de los continentes desapareció por el derretimiento de los polos, el sol dejo de verse y la noche se hizo eterna por el invierno nuclear. La mayoría de la población que había a principios de siglo desapareció en las guerras, el resto de la sociedad humana se dividió en dos clases: los civilizados que gobernaban lo que quedaba del mundo y los marginados que estaban afuera de la sociedad. Los civilizados (descendientes de los empresarios ricos accionistas de la industria armamentista que se salvaron de la radiación protegiéndose en cuevas) construyeron, una vez que bajo el nivel de radioactividad, un domo protector, ayudados no voluntariamente por los marginados. En el domo vivieron una vida organizada y tranquila. En el borde del domo (solo había cinco en el mundo) se instalarían las fabricas donde los civilizados producían su alimento. Cuando el domo fue terminado sus obreros fueron asesinados, pero esos obreros todavía no habían dejado de ser útiles  El alimento de los civilizados estaba compuesto a base de los marginados (humanos pobres que no podían entrar al domo protector porque tenían un nivel alto de radioactividad o simplemente porque eran pobres, así que eran asesinados por las patrullas que recorrían el borde o por las inclemencias del tiempo) En el exterior cercano al domo las viejas maquinas recogedoras de basura que todavía funcionaban, recogían los cadáveres que poblaban las ciudades devastadas. Estas maquinas eran manejadas por supervisores humanos que usaban trajes antirradiación, ya que los vientos podrían traer la radiación de otros lugares. Los camiones llevaban los cadáveres a las fábricas donde se los procesaba y se los envasaba para que luego sean vendidos y consumidos por los civilizados. Los alimentos fabricados allí eran conocidos como alimento humano.

En el medio de la devastación mientras las maquinas recogen los cadáveres se levanta la figura de un hombre en el horizonte, este no usa ningún traje que le evite estar en contacto con la radioactividad. El extraño camina lentamente entre las murallas derruidas de la vieja ciudad, lleva sobre su mano un pequeño cuchillo del cual se ven algunas gotas de sangre coagulada.

Camino entre los muertos, el olor es insoportable, pero ya no lo siento, tampoco siento dolor ni pena de saber que todos los que conocía ya no están, solo me queda la inercia, la inercia de saber que debo mantenerme vivo.

El extraño se acerca a una de las maquinas que levanta los cadáveres y observa donde se ubica el supervisor, se acerca sigilosamente, lo toma por detrás, le saca la mascara y con el cuchillo le corta el cuello mientras le tapa la boca para que no se escuchen sus gritos. El extraño con sus ropas manchadas de sangre, revisa dentro de la maquina los objetos que tenia allí el hombre al que acaba de matar. De allí saca unas latas de alimento humano y una foto donde se ve al supervisor junto a su familia. El extraño desesperado guarda la foto y se aleja, se sienta sobre unas piedras que antes solían ser la medianera de una biblioteca y luego de un par de intentos fallidos, abre la lata con el cuchillo e ingiere el alimento como si no hubiese probado un bocado en un mes.

Ya me siento uno de ellos, no me importa nada ni nadie, ya me convertí en otra de las personas que se alimenta del dolor ajeno

El extraño sigue su camino errante, de repente un helicóptero aparece en la noche negra y lo ilumina con su reflector, el extraño sale corriendo, el helicóptero suena la alarma y dispara su ametralladora, las maquinas se detienen, el extraño se esconde entre las pocas edificaciones que todavía quedan en pie, el helicóptero aterriza y de él bajan cinco soldados que empiezan a registrar la zona. Uno de ellos entra en la iglesia derruida donde se había escondido el extraño y comienza a registrarla. El extraño agazapado prepara su cuchillo para atacar y justo cuando lo va a hacer, el soldado se corre y lo golpea tirando al extraño al suelo y dejándolo indefenso. El soldado apunta con su arma al extraño, mientras este lo increpa

Vamos termina con mi miseria… solo eres un producto que obedece ordenes, observa a tu alrededor, mira en que nos hemos convertido, somos unos animales.

El soldado rápidamente contesta sin vacilar

Siempre fuimos animales

El soldado mata al extraño y con la radio llama a sus compañeros, las maquinas vuelven a funcionar, los soldados se van y otro helicóptero llega trayendo el reemplazo del supervisor fallecido, mientras una de las maquina levanta el cadáver del viejo supervisor y lo tira en la parte trasera junto con los otros.
En el interior del domo, en la parte mas alta del edificio de la corporación que domina todo, una señora abre una lata de alimento humano, la sirve en un plato de porcelana, deja el plato en la bandeja junto a los cubiertos y se los lleva al gobernador del domo que ansiosamente espera su comida.

100 años después, los hijos se comieron a sus padres, los jefes se comieron a sus empleados, los domos se cayeron en pedazos, la humanidad finalmente se extinguió. No los mato un meteorito, no los exterminaron los robots con inteligencia artificial, tampoco fueron los extraterrestres ni la naturaleza o un virus. Simplemente desaparecieron por la indiferencia de ser humano.

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